Homenaje a nuestras fuentes

           Hoy tenemos agua corriente en nuestras casas, pero hasta no hace muchos años, el único suministro de agua eran estas fuentes a las cuales les dedicamos un merecido homenaje. Las fuentes que hay dentro del pueblo, vieron muchas madrugadas de verano a nuestros padres, madres o hermanos esperar a que manaran para poder llevar a casa un par de calderos del preciado líquido. Algunas de estas fuentes, como el Pozo de la Soga, La Marina, el Carrasco o el Cerolo fueron expropiados en tiempos  de sequía siendo necesario habilitar un acceso a los mismos. Nuestros descendientes no se llegarán nunca a imaginar la carencia de agua que pasaron nuestros antepasados y aunque algunos de nosotros lo llegamos a vivir en nuestra infancia, nunca llegaremos a transmitirles esas vivencias inolvidables.

             Las fuentes que hay en el campo disponen la mayoría de pilas vaciadas en piedra que se utilizaban y aún hoy día se utilizan para dar de beber al ganado, son junto con las lagunas elementos imprescindibles en la vida de los ganaderos y aunque hay algunas modernas, la mayoría conserva el encanto de la fuente con "palombrera" y escalones para descender hasta el "pilo" y así poder aprovechar al máximo el manantial.

             Nos descubrimos ante el ingenio de nuestros antepasados que fueron capaces de mover enormes piedras sin ningún tipo de maquinaria, vaya nuestro homenaje también para ellos.

            Queriéndose sumar al homenaje a nuestras fuentes, Obdulio Heras nos ha enviado una poesía dedicada a ellas. Muchas gracias Obdulio siempre estaremos en deuda contigo por tus fabulosas y desinteresadas colaboraciones.

FUENTES DEL CAMPO DE LUELMO

Campo de Luelmo, que ves
desprotegido y ajado
a la vez;
tiene historias y riqueza
del venturoso pasado
de un  ayer. 

Esas fuentes cristalinas,
rústicas y embriagadoras
como ven;
han saciado, sin demora,
cuantas veces, a la hora
nuestra sed. 

Las fuentes de nuestros campos.
Siempre abiertas y dispuestas
al latir,
de vaqueros y pastoras,
que a su vera han sellado
su sentir. 

Para las citas campestres
de tertulias y romances,
buen lugar.
¿Quién no tiene algún recuerdo
de una tarde misteriosa,
e ideal? 

Las jóvenes, a su lado,
sentadas y complacientes
con amor;
bordan en su ajuar preciado
algún motivo guardado
con rubor. 

 

 

 

También en sus cuencas manos
lleva el agua milagrosa
de verdad;
el zagal a la mocita
que recibe,  ruborosa,
sin maldad. 

Fuentes, que a merced del tiempo,
castigue el frio, viento,
o calor;
siempre abiertas, con ternura,
mitigando del labriego
su sudor. 

Nuestras fuentes, ignoradas
del sufrido caminante
al pasar;
pero, que bien las conocen
los pastores y vaqueras
del lugar. 

Centenarias. Apacibles.
Misteriosas. Impasibles,
que nos dan
lo mejor y más preciado
que la vida nos exige,
sin dudar. 

Esa riqueza extendida
que a nuestros campos dan vida
e ilusión
de manera preferente,
tengamos siempre presente
con rigor. 

 

 

 

Son nuestras fuentes de vida,
a la vista o escondidas
al albor.
Un legado del pasado,
que quizá no comprendamos
su valor. 

Como los nuestros se fueron,
también nosotros iremos
sin tornar.
Pero las fuentes, seguro,
desafiando el futuro
seguirán. 

Para bien y regocijo
de todos los descendientes
que vendrán;
y sigan siendo la joya
de nuestros campos de Luelmo.
¿Quién da más? 

              Obdulio
        15 agosto 2019

Album de fotos de las fuentes