LA
MATANZA
Debo reconocer que, al hablar de la matanza, son muchos recuerdos de mi infancia los que me vienen a la mente. Quizás sea por el dicho de que todo tiempo pasado fue mejor, y siendo sincero, en este tema que voy a tratar, es así, porque las matanzas de hace veinte o treinta años poco tienen que ver con las actuales, sí en cuanto la matanza propiamente dicha, pero en nada se parece a las celebraciones de entonces, porque era la fiesta familiar por excelencia, donde se reunían abuelos, hijos y nietos para celebrar la muerte del cebón.
Dice el refrán que del cerdo se aprovechan hasta los andares, es cierto. El cerdo, ha sido la despensa de los vecinos de Luelmo, y por descontado de todos los Sayagueses, durante todo el año. Todas las familias criaban el cerdo y hacían la matanza, hay otro refrán que dice Quién al año no mata puerco anda con nosotros pero anda muerto. |
Si bien, como decía anteriormente, esta costumbre
no tiene tanto auge hoy día, quizás debido a que todos pueden proporcionarse
otro tipo de alimentos o proteínas y a que muchas personas, les ha prohibido
comer cerdo el médico, aunque no siempre cumplan la orden del galeno, porque
realmente es difícil substraerse a comer el chorizo casero, la costilla curada
y las sopas de ajo con manteca en el frío invierno Sayagués.
Comenzaré por contar algunas
detalles de la crianza del cerdo. Por cierto, es un animal, al que se le conoce
de diversas maneras, cochino,cerdo,guarro, puerco etc, y que a
lo largo se su vida tienen varios nombres, según su edad.
Hasta los dos meses se les dice "lechones" o "garrapos" |
luego "camperos" o "gurriatos" y unos meses antes de la matanza, durante la ceba, "cebones" |
En Luelmo se solían comprar los
camperos en los mercados, que se celebraban en la comarca sobre todo el
primero en Muga o el veinte en Bermillo, aunque, si se compraban ya
para cebarlos, se hacía en la feria del 8 de Septiembre en Villamor de la Ladre.
Recuerdo que antes de llegar al
pueblo, se divisaban las majadas de los cerdos en la era.
A veces, por Luelmo, venían marraneros de la parte de Salamanca con su manada de cerdos, que entretenían con cuatro titos de cebada en la lastra, que aún hoy se conserva junto a la cruz de la plaza, mientras los vecinos elegían los mejores ejemplares, y de igual forma, se recuerda cuando los mismos vecinos, iban a buscarlos a la parte de Vitigudino y venían con los gurriatos metidos en las alforjas de la caballería. |
Actualmente hay personas que
tienen cerdas de cría y abastecen las necesidades de los Sayagueses. Se, que en Luelmo había vecera, según nuestros abuelos, y que los vecinos sacaban a los animales a la calle al toque de un cuerno y el vecero después de recogerlos, los llevaba al monte a comer, hozar y revolcarse en algún |
chabuerco del pueblo, a la vez que aprovechaban las bellotas caídas al final del verano. Una vez que desapareció la vecera, durante muchos años, dejaban a los animales deambular por las calles, costumbre que por suerte desapareció hace tiempo. |
Lo que no he podido constatar, ni
en Luelmo ni en otro pueblo de Sayago, es la
existencia del marranico Antón. Este pequeño cerdo era comprado
por el dominario (persona que se encarga del cuidado de un
Santo) de San Antón y era criado por todo lo que le ofrecían los
vecinos . El cerdo deambulaba por las calles del pueblo, y con una esquila atada
al cuello avisaba de su presencia. Una vez criado, era subastado entre los
vecinos y los fondos recaudados pasaban
al patrimonio del Santo.
A la gente siempre le gustó criar la
ceba en casa, por aquello de saber lo que matas. Por la mañana se le
daba un compuesto de patatas o berzas cocidas con agua y harina denominado
escaldao . Lo mismo se hacía
por la noche, y en primavera, se le tiraba
en la pocilga, un poco de hierba o cebada verde . Por ser un animal que come de todo, cualquier desperdicio
era adecuado para los cerdos. Aún recuerdo ver a algunos vecinos, que mientras
cuidaban las vacas en el monte durante la primavera, recogían unas plantas
llamadas achicorias, para poder ahorrase algún lato de harina, claro
está que en aquellos tiempos de chaval la economía de los Luelminos ( ¿
Luelminos ó Luelmesanos?) era bien distinta a la de ahora. No era difícil oír en cualquier solana tengo que ir a poner la lumbre, para cocerle a los cerdos. El latocolgado de las llares, formaba y forma parte de la decoración de muchas cocinas Sayaguesas. Cuando se recolectaban las patatas, se separaban las gordas para el consumo familiar y las pequeñas eran para alimentar al cebón. Parece que con tantos mimos y alimentos naturales es fácil conseguir una exquisita despensa. |
A lo largo de año, el labrador
de Luelmo, iba recolectando cosas pensando en la matanza. Así en los meses de Mayo
o Junio, cogía la luncia o juncia, una hierba larga y fuerte, que se
cría en algunas praderas del pueblo, para luego colgar morcillas y chorizos.
Esta hierba se dejaba secar y cuando se utilizaba en la matanza, se ponía en agua
caliente para que se ablandara y no se rompiera.
De los espineros ,
se cogían unos pequeños trozos de espinas acabadas en punta llamadas subinas
y
se utilizaban para cerrar los extremos de las tripas del embutido y morcillas. En
los seranos, se iba quitando la cáscara y se dejaban secar. En
algunos pueblos las hacían de las ramitas del tomillo
"moruno", después
de pelar y afilarlas para poder clavar. Así mismo, durante la estancia del
labrador en la era, aprovechaba el duro y largo bálago, después de quitar
el grano golpeando las espigas sobre los chinos del trillo, para hacer
manojos que servían para chamuscar el cerdo.
Los cochinos tienen una gran
facilidad para "hozar" en el suelo, por tanto se les ponía unas anillas en la
jeta para que no lo hiciesen. En
la pocilga, se les echaba paja seca para que les sirviese de cama.
A los tres o cuatro meses de edad, se les capa, tanto a los machos como a las hembras. Hay que entender que en las pocilgas habitaban ambos sexos, a parte de que era interesante para facilitar su engorde. Según creencias se debía realizar la operación cuando la luna esté en menguante. Para hacer este trabajo, había un capador de Fermoselle, que con el toque de su chiflo anunciaba de su presencia en el pueblo y en no pocas ocasiones, la presencia del capador, sirvió para que los chavales traviesos y revoltosos, padecieran el temor que les capasen a ellos, cuando alguna persona mayor les atormentaba. |
En fechas
próximas pondremos la segunda y tercera parte de este interesante trabajo
!!! no os lo perdáis !!!
Luis Miguel Conejo Garrote