ALMEJAS A LA PLANCHA 

      Para 4 personas                                                      
      Almejas 1 Kg.
      Ajos cortados en láminas, 3 dientes
      Aceite de oliva 200ml
      Guindilla a gusto
      Perejil a gusto
      Una pizca de sal
      Limón 1 unidad

      PREPARACIÓN 

      Primero ponemos las almejas en un recipiente con agua fría y un poco de sal, las dejamos un buen rato unos 15 o 20 minutos para que ellas solas vayan expulsando la arenilla que le pueda quedar dentro, ni que decir tiene que dentro de la variedad de las almejas hay diferentes calidades, y en función de nuestra economía elegimos las que mejor nos parezcan, de todas formas una de las que se encuentran entre las  mejores son las llamadas almejas gallegas.
      Una vez pasados  los 15 ó 20 minutos, las ponemos en  la  plancha bien caliente, echando un poco de sal en la plancha y las almejas encima, las tapamos si podemos con alguna tapa grande para que no se nos haga mucho humo en la cocina, en unos minutos las almejas se abrirán, una vez abiertas, las ponemos en una bandeja. En una sartén aparte echaremos los ajos con la guindilla y cuando estén los ajos dorados, rociaremos las almejas con el refrito y el zumo de limón por encima, rematando el plato con un poco de perejil picado. En el caso de que no  tengamos plancha, podemos hacerlas de la siguiente forma, ponemos una sartén al fuego con un poquito de agua, echamos las almejas y dejamos que se abran, la verdad es que aquí no hay humos, una vez abiertas poner en una bandeja y hacer lo mismo que a la plancha.

      Bueno yo creo que de cualquiera de las maneras salen estupendas.

      Fijaros si estoy seguro de lo que digo, que si alguien no las ha probado de esta forma y se pone como reto hacerlas, las sensaciones de sabores y aromas  será tan fuerte para vuestros sentidos, que llegaréis, a poder sentir el aroma del yodo del mar cuando está embravecido, y trasportaros como por arte de magia a las costas del Cantábrico o del Atlántico, convirtiéndolo en una espectacular degustación gastronómica. 

      Y ya que estamos metidos en los dominios de Neptuno, deberíamos de acompañar este plato con un vino blanco de esos que también nos hacer bailar los sentidos con sabores a fruta madura. Aunque un rosadito de los que se crían en el cerro Santo tampoco desmerece para nada. La elección es vuestra suerte y no discutir que es mejor disfrutar.